El derecho a crear

La luz es vida

No valoramos la luz en su justa medida. El sol sale todos los días y nos aporta energía e iluminación. El sol también nos guía, ya que nos permite encontrar nuestro camino y nos proporciona la noción del tiempo. Y el sol nos procura alimento: nos nutre con su resplandor, absorbido intensamente por frutas, verduras y frutos secos. La luz es vida. También la luz en arquitectura siempre se ha reconocido y celebrado como una esta increíble cualidad y presencia en nuestras vidas.

Si hubiéramos vivido en el siglo XIX y hubiéramos decidido estudiar arquitectura, la mayor parte de nuestros estudios se habrían centrado en la luz. La percepción de la luz en arquitectura, la forma en la que transforma los espacios, las dimensiones que proporciona y sugiere, las posibilidades de interacción de los usuarios de los edificios… Existen innumerables razones para que un arquitecto obtenga un conocimiento profundo de la luz. Es un material complejo, porque el sol gira, toma un camino diferente cada día y en cada lugar de nuestro planeta. Dominar la luz significa dominar la arquitectura.

Con la llegada de la electricidad la luz cayó en el olvido. Los ingenieros desarrollaron directrices: para las oficinas, los hospitales, espacios públicos, para cualquier lugar.  400 lux sobre el escritorio, y que la luz sea uniforme y con poco contraste, no vaya a ser que moleste al ojo humano. Los ingenieros se alegraron cuando los programas informáticos les permitieron cuantificar la luz incluso antes de que fuera instalada y, por cierto, hicieron lo mismo con la temperatura (21 °C) y la humedad (70%).

Como diseñador de iluminación, lo veo desde otra perspectiva. Creo que nuestros cinco sentidos están ahí para que no solo determinemos, sino que disfrutemos del mundo que nos rodea. Un entorno dinámico es entretenido, estimulante e inspirador. Un ambiente visualmente tranquilo incita a la contemplación y concentración. Pero el hecho de que pueda elegir entre ambos es quizás lo más importante.

Porque la posibilidad de elegir implica nuestra libertad.

Estadio Nacional de Beijing, Parque Olímpico, Herzog & de Meuron. Imagen © Mini Yu Sun, Arup

Estadio Nacional de Beijing, Parque Olímpico, Herzog & de Meuron. Imagen © Mini Yu Sun, Arup

Yo creo espacios con la luz. No prometo «mejorar las características de la arquitectura con la iluminación». ¡Aunque es posible que muchos sí lo hagan! No lo prometo porque no creo que la luz y la arquitectura interactúen de esa forma. No son capas que se yuxtaponen. La luz no cubre esto y muestra esto otro. No, los diseñadores de iluminación trabajan con algo mucho mejor: la luz es una parte intrínseca de la arquitectura. Permite a las personas percibir y apreciar; la luz sorprende e informa. ¡Me encantaría haber estudiado en el siglo XIX!

Sin embargo, los diseñadores de aquella época carecían de las fabulosas herramientas que los diseñadores de iluminación tenemos hoy en día. Yo puedo hacer todo lo que imagine o me proponga, porque la tecnología ha sufrido la transformación más increíble en la última década, haciendo posible lo que solía ser imposible. Y poniéndolo al alcance de todo el mundo.

La luz digital (también llamada luz LED) no destaca únicamente por su eficiencia energética, sino también por sus posibilidades artísticas. Con la tecnología de iluminación digital, puedo crear colores, contrastes y texturas en mi ordenador o en mi iPad. Las luces son focalizadas o suaves, pálidas o saturadas, tenues o brillantes y pequeñas o grandes…. Todo es posible. Con la luz digital hemos encontrado al fin una forma sencilla de crear luz capaz de conectar verdaderamente a las personas a todos los niveles. A nivel sensorial, la luz proporciona visibilidad y confort. A nivel fisiológico, la luz digital conecta con nuestro ritmo circadiano natural y ofrece luz que alterna la temperatura del color y el brillo, de manera que nuestros cuerpos responden a ella, aportándonos más energía y menos fatiga. Y a nivel de nuestro bienestar y nuestra alma, la luz digital ofrece armonía y paz a los espacios que habitamos y donde trabajamos, llena nuestra alma de imaginación y nuestra mente curiosa de nuevas perspectivas.

Nuevo Rijksmuseum, Galería de Honor, Cruz & Ortiz Arquitectos. Imagen © Erik Smits

Nuevo Rijksmuseum, Galería de Honor, Cruz & Ortiz Arquitectos. Imagen © Erik Smits

Una de las principales características de la luz digital es su capacidad para enfocar fácilmente. Los haces estrechos de luz que de otra manera dejan un espacio oscuro son más esculturales, claro está, que las luces fluorescentes. Esta luz escultural solo puede existir si apreciamos la oscuridad. La oscuridad, ese material subestimado del diseñador de iluminación, es crucial para el entorno humano: nos aporta el sueño revitalizante. También nos proporciona silencio y misterio. ¡No seríamos humanos sin oscuridad en nuestras vidas!

Sin embargo, la cara más bella de la luz digital no es esta. La luz digital es extremadamente democrática: nos permite a todos ser diseñadores de iluminación, experimentar y crear. Sus predecesores, las bombillas incandescentes y los tubos fluorescentes, estaban reservados a los especialistas; eran de alta tensión, de gran tamaño, caras e irradiaban calor.

La luz digital es de pequeñas dimensiones, asequible y de baja tensión; ni siquiera necesitas ser electricista para empezar a jugar con ella y para crear tu propio diseño de iluminación. La luz digital te da derecho a crear. Y ahí radica la auténtica belleza de la luz LED porque crear algo es probablemente una de las cosas más gratificantes en la vida.

Imagen principal: Puente Sheikh Zayed, Zaha Hadid Architects. Imagen © Hufton+Crow